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He estado hablando mucho últimamente. Con alcohólicos, adictos, personas sin hogar, vecinos, compañeros de trabajo, familiares, amigos, personas que no conozco y personas que conozco bien. A veces comparto demasiado o digo voluntariamente cosas sobre mí que son bastante crudas y ocasionalmente desquiciadas, pero se siente como lo natural y auténtico que he de hacer dadas las circunstancias. Hay un momento y un lugar para todo, pero, a veces, cuando se tienen dificultades, simplemente uno se desborda. Estoy aceptándolo dándome gracias a mí mismo.

Cuando uno está perdido en la oscuridad y no puede ver el significado de sus momentos, hablar nunca dejará de ayudarle. Le motivará e inspirará innumerables veces porque, como he aprendido, la experiencia humana, la amplia gama de emociones y experiencias, es algo que todos compartimos. Últimamente ha habido innumerables situaciones en mi vida en las que he compartido algo personal sobre mí mismo con alguien y ellos, a su vez, han compartido una experiencia similar y sus consejos y conocimientos posteriores.

Dios pone en nuestras vidas a personas en cualquier momento dado con las que necesitamos hablar y que nos mpulsan a compartir nuestras verdades, y a poner al descubierto nuestra dificultad y sufrimiento, nuestra alegría y felicidad, y nuestro trayecto.

El apoyo social comunitario, como el apoyo entre compañeros puede ser tan eficaz como la ayuda clínica o profesional, en muchas circunstancias. Esta es la razón por la que existen programas como Alcohólicos Anónimos y PAL; no continuarían si no fueran dramáticamente efectivos.

A medida que mis días avanzan últimamente supero la depresión, se me han brindado múltiples oportunidades para hablar con la gente y trato de ayudarles. No he dudado en aceptarles y conocerles a todos a fondo. He limpiado las casas de la gente. Me he vestido, he estrechado manos y he abrazado a gente que vive en callejones. He hecho todo lo posible para fregar los platos, recoger caca de perro, llamar a las personas que están teniendo dificultades, ayudar a las personas a encontrar empleo, trabajar hasta tarde para mi empleador y estar presente para mis hijos y mi esposa, incluso cuando siento que no me queda nada en mí.

No soy especial. No digo esto por influencia o prestigio ni para aparentar de ninguna manera ante nadie. Simplemente hago estas cosas y las comparto con ustedes porque, francamente, a veces, no tengo idea de qué más hacer. Los cimientos, la base misma de mi camino espiritual en la recuperación se construyeron sobre estos principios, y hoy, a los diez años sobriedad, pasando por una temporada notablemente difícil mentalmente, he vuelto a ellos por completo. Me mantienen (algo) cuerdo. Mantienen mis pies firmemente plantados en la tierra. Lo más importante que uno puede hacer en su recuperación es dar de sí mismo a los demás, tratando de ser útil y servicial en cualquier situación, independientemente de cómo uno se sienta.

Cuando no quiero hacer algo, este es a menudo el significado más esencial por lo que se debe hacer algo. El mundo puede ser feo. Nos enfrentamos a la pérdida, al dolor, a la incomodidad y al sufrimiento. Todo esto es inevitable. Pero nuestra capacidad de transformar ese dolor en algo más nos permite crecer más allá de las raíces de la desesperación que intentan plantarse en nosotros: la acción contraria y el servicio cortan la cuerda de la autocompasión.

Haga algo por alguien. Comparta algo con alguien. ¿Se siente incómodo? Bien. Siga haciéndolo, funciona. No conocemos los entresijos del gran plan de Dios, sólo que nosotros somos los instrumentos, los intérpretes, Él es el director. Me pongo a disposición y Él me usa cada vez. Le digo algo fuera de lugar sobre mí a alguien y resulta que es lo que necesitaban escuchar: necesitaban sentirse menos solos, escuchados y validados. Ellos necesitaban la ayuda, y yo también. 

Nunca deje de luchar, dar, amar y practicar la vulnerabilidad. Es, en mi creencia personal, el propósito de la vida misma. Dar libremente. Me ha brindado una nueva oportunidad en la vida, ha roto las cadenas de la adicción que se enrollaron alrededor de mis extremidades cansadas durante años y, aunque no lo sienta en este mismo momento, construirá nuevos cimientos para futuros más fuertes y brillantes una vez más.

Dios los bendiga,

Sean